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Siete Sermones a los Muertos, un Análisis Simbólico



“¿Pero, cuál es pues tu mito, el mito en el que tú vives?”
Pregunta de Jung a sí mismo cuando había llegado a su límite emocional, Recuerdos, sueños, pensamientos

De acuerdo con la mitología griega, Hades, hijo de Cronos y Rea, es considerado el dios de la muerte y regidor del mundo subterráneo y en su función le asisten varias figuras importantes que actúan como sus ayudantes; Thanatos, Hypnois, Charon y Cancerbero. Según cuenta la historia, los seres humanos antes de entrar al mundo subterráneo necesitamos atravesar por siete puertas; en cada una de ellas, deberemos desprendernos de una joya o vestimenta, de manera que, cuando lleguemos ante Ereshkigal, Diosa de la Sombra, forma matriarcal y más temprana de Plutón, nos encontremos completamente desnudos, humillados y sin ego. ¡Se ha derribado la supuesta identidad que habíamos construido a lo largo de nuestra vida!

De esta misma forma los muertos en la mitología Sumeria pasan por siete puertas también en el Poema de Gilgamesh (nombre original: Él quien vio las profundidades), se desprenderse de todo (símbolo de desnudes) al pasar por los diferentes pórticos hasta el final. Curiosamente llegar al mismo estado del nacimiento (la desnudes).


Al principio de los siete sermones a los muertos[1] se lee “Los muertos regresaron de Jerusalén, donde no hallaron lo que buscaban” y finalmente tras los siete sermones los muertos desaparecen elevándose como humo.


Personalmente creo que estos siete sermones a los muertos entrañan la simbología Arquetípica de la iniciación. Este documento (el de los siete sermones a los muertos) tiene su origen en una etapa difícil de Jung. Tras la ruptura que tuvo con Freud. Esto lo sumió en una depresión que le produjo lo que llamo “la pérdida del alma”.


“El arquetipo del ánima se ha retirado al inconsciente, al «país de los muertos». En términos energéticos, lo consciente se vacía al revivificarse lo inconsciente. Si el ánima crea la relación en lo inconsciente, y éste representa al país de los muertos, «en cierto sentido es también una relación con la colectividad de los muertos»”.


La dinámica de lo inconsciente, Sobre la energética del alma. Carl G. Jung


En el “país de los muertos» el alma experimenta una secreta vivificación y da forma a las huellas ancestrales, a los temas colectivos del inconsciente. Igual que una médium, da a los muertos posibilidad de manifestarse. Por ello, muy pronto después de la desaparición del alma aparecieron en mí los «muertos», y surgieron los «Septem Sermones ad Mortuos»”.

Recuerdos, sueños, pensamientos. Carl G. Jung


Jung manifiesta que los siete sermones a los muertos es un resumen que tenía que transmitir acerca del inconsciente. Sin embargo más adelante consideró dicha obra como un «pecado de juventud» y se retractó, desdiciéndose de lo expresado en ella.


“Comprendí que ningún lenguaje es tan perfecto que pueda sustituir a la vida. Si se intenta sustituir la vida, no sólo no se consigue, sino que a la vida se la arruina”.

Recuerdos, sueños, pensamientos. Carl G. Jung


Como expreso Jung tiempo después de haber publicado sus sermones a los muertos. Estos fueron manifestaciones de sus primeros contactos con esa enorme fuerza que el llamo el inconsciente colectivo. Jung muestra tintes juveniles en sus ideas, manifestando sus ideas de forma revolucionaria al sistema establecido y sin un método analítico que es propio de la madurez de las ideas. Esto desde mi personal punto de vista le da más valor que descredito. Pues en ocasiones la realidad está más cerca de la descripción de una observación sin juicio, que la descripción concienzuda modificada por las ideas establecidas.


Estos sermones nos enseñan que para realizar este proceso de transmutación, es necesario el dominio de nuestra Espiritualidad y Sexualidad. Para poder combinarlas pues son el combustible para la realización. Finalmente nos recuerda que el trabajo de la transmutación del ser, está en nosotros.

[1] Siete sermones a los muertos constituye un opúsculo creado por Carl Gustav Jung en 1916 para una edición privada. Jung lo regalaba en ocasiones a sus amigos y allegados, y no podía ser adquirido en la librería.

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